Desertificación, fuertes lluvias e isoterma cero elevada:
Los ingredientes para una tormenta perfecta en una sociedad y entorno poco resiliente y preparado, y ante una naturaleza altamente degradada.
Las intensas lluvias de la zona central, de finales de junio recién pasado, provocaron dolorosas pérdidas humanas y materiales, además de miles de damnificados, debido a las inundaciones y desbordes de ríos. La principal razón de este fenómeno, tiene que ver con una isoterma cero elevada,
en este caso alrededor de los 3.000 m, lo que hace que llueva (aproximadamente 300 milímetros) donde comúnmente debiese nevar, aumentando de manera abrupta el caudal de las cuencas. El último episodio, en lo concreto, fue un “Río Atmosférico”, una larga banda de humedad concentrada y con abundantes precipitaciones, con temperaturas más altas de lo normal en la montaña, y en el momento que empieza a llegar el fenómeno de “El Niño”.